[…] poder comer, de la forma más real, el objeto de deseo […]
Salvador Dalí
Como carne viva,
al sol y a la ceniza.
Como pedacitos de madera,
al fuego y a la retina:
una boca sin dientes
saborea la pulpa
de una llaga desnuda.
Como filo a la garganta,
la sangre brota y una nube se marchita.
Como hambriento de no sé qué,
mordiendo al hambre hasta sus últimas fibras.
Como la mujer que barre el polvo de sus lágrimas,
hacer del oficio rutina
porque no hay mayor verdad
que todo se repite; repita y repita,
y al final uno se resigna.
Como hilo que se quiebra,
sin encontrar el ojo de la aguja
a nuestros secretos y penas
nunca le encontramos el fiambre.
Como la meada que llega,
repentina, los problemas
van llenando la copa
y al final uno ni se motiva
de tanto alcohol que le dispone a la vejiga.
Como todo nada termina.
Como nada todo comienza.
Cuando te dicen chao de aquí
que no hay dinero para la comida
mucho menos habrá para la poesía.
Y pronto te das cuenta
que escribir un poema
no es que alivie la amargura.
Y escribir, bueno… no sirve
para nada más
que para comerse al hambre
como se hace cuando se desnuda a la belleza.
