2013-07-29

Un tepejano en la bienal de Francia

Gabriel Pérez Torres


Ahí presentará su obra: Germinación Cósmica

El tepejano Adrián Peña será parte de la delegación mexicana de escultores que participarán en la bienal de la piedra Marc la Tour que se llevará a cabo del 3 al 11 de agosto en la villa escultórica del mismo nombre, municipio de Tulle de la región de Correze, en Francia.
El escultor nativo de este municipio hidalguense viajará con otros dos mexicanos más, los maestros: Rosario Guillermo y Javier Astorga, quienes exhibirán las piezas que formarán parte de una muestra colectiva México-Francia; así como las maquetas de las esculturas que tallarán in situ con el granito local.

Una villa de escultura en Correze
De la información que se hizo llegar a revista Propuesta, se nos comenta que esta región de Correze está situada a doce kilómetros de Tulle, y Marc Lature es un pequeño municipio de Corréze.
Cabe destacar que el término La biennale tiene relación con la temporalidad de este evento en dos años, y es muy reconocido en países de Europa como Italia y la misma Francia, donde se realizan muy importantes actividades artísticas.
En el caso de la bienal de piedra Marc la tour se anuncia la presentación de Le Mexique, donde los organizadores franceses hacen el anuncio de que: Nuestro taller sea la sede de tres artistas mexicanos durante veinte, después de los artistas de Burkinabes y Chinos. Finalmente se publicita que al Bienal estará abierta al público desde el sábado 3 hasta el domingo 11 de agosto del 2013.

La importancia de la Marc la Tour
En 1992 se creó en la Marc la Tour la villa de los talleres de talla de piedra, enfocado a la talla artística de las piedras graníticas de la región de Limousin.
Casi trece kilómetros de esculturas han constituido un paseo salpicado de tallas escultóricas que atraen a locales y extranjeros. 
De igual forma en el material informativo del evento, se hace la precisión de que desde el año 2009 se inició un nuevo proceso artístico, después del Paseo de la piedra, un nuevo espacio fue construido en el pueblo: El recinto de los cinco continentes. Así, nuestro pueblo se abre al mundo a través de la obra de los escultores invitados a nuestro taller para participar en las bienales. Señalan. 
Los organizadores comentan que Este evento es sobre todo un encuentro artístico entre su taller y escultores de todo el mundo. Así mismo se señala que cada bienal es un momento cultural y festivo abierto a los visitantes, turistas, artistas, amantes del arte.

Datos sobre la obra escultórica de Adrián Peña a presentar en Francia
Nombre de la escultura: Germinación cósmica. Esta germinación consta de dos elementos marinos (caracoles), comunica dos territorios donde si las aguas separan las dos masas continentales (México-Francia) el agua es el puente de unión y germinación que las unifica. Este mismo impulso crea una fragmentación de nervaduras que rodean y dan direcciones, como un choque violento de formas abstractas que dibujan un nuevo organismo el cual se transforma así mismo integrándose en un nuevo espacio poético. Hay que amar el espacio para describirlo tan minuciosamente, como si hubieran moléculas del mundo para encerrar todo un espectáculo en una molécula de dibujo. En la escultura de Adrián Peña el dibujo es primordial, pues sobre él yace la piel de la escultura, es decir, todas esas pequeñas cosas que la rodean y conforman, son líneas que acaricia y enriquecen una sensación visual y tal vez una experiencia táctil.

Contenido Nº 16

Una casa museo en Tepeji del Río. Entrevista a la Sra. Cristina Amelia Lejarza Reséndiz. Por José Antonio Zambrano.

2013-07-01

Una casa-museo en Tepeji del Río Entrevista a la Sra. Cristina Amelia Lejarza Reséndiz

José Antonio Zambrano

La señora Cristina  Amelia Lejarza Reséndiz pertenece a una de las familias más antiguas y respetables en Tepeji.  A  su familia perteneció el Mesón de las Palomas, que cobró celebridad porque en él pernoctó Melchor Ocampo, antes de ser fusilado y colgado en un pirúl en terrenos de la hacienda de Caltengo. Del citado mesón sólo quedan algunos vestigios, pues debido a que la construcción siempre ha sido habitada, cambió casi totalmente su arquitectura original.
La señora Cristina Amelia Lejarza, amablemente asistida por su hija Laura, nos refiere sus primeros recuerdos de Tepeji en los años de 1930, cuando llegó a Tepeji, ya que su nacimiento y los primeros ocho años los vivió en el rancho Peñafiel, perteneciente a Jilotepec, Edomex.
De los veinte años transcurridos entre 1930 y 1950, dos décadas de niñez, juventud y etapa adulta, la señora  Lejarza Reséndiz  recuerda que estudió en la antigua  escuela Melchor Ocampo, con la maestra Altagracia Frías de Barrera y una de sus compañeras fue Conchita Saavedra (+), que luego fue maestra e impartió clases en la actual escuela Melchor Ocampo, inaugurada en los años cincuenta. 
Igualmente, en los años cuarenta y cincuenta le tocó ver el surgimiento de la escuela Sor Juana Inés  de la Cruz, obra que contó con el apoyo del señor Moisés Cosío. Menciona que  en ese terreno existían tres o cuatro fresnos grandes, los cuales tuvieron que ser derribados para poder levantar el edificio de la institución educativa. Uno de los sacerdotes que recuerda de esa época es el padre Pedro Sánchez,  muy recordado porque también a él se le debe la edificación del  templo del Nuevo Tepeyac, popularmente conocido como La Ermita.
Sobre la iglesia de San Francisco, menciona que su arquitectura siempre ha sido la misma y lo que se ha modificado son los rituales de la Semana Santa, ya que anteriormente todas las ceremonias tenían lugar en el interior del templo. Indica que el Domingo de Ramos, los feligreses acudían al templo con un ramo atado a un carrizo  y el Viernes Santo se colocaban tres grandes cruces de madera en el altar principal. En relación a la fiesta de San Francisco, el cuatro de octubre, menciona que venían sacerdotes franciscanos y se dirigían a los fieles desde el púlpito.

Una casa-museo

Como dijimos al principio, el factor tiempo, el mantenimiento y las adaptaciones necesarias para hacerla habitable, han borrado los rasgos arquitectónicos de lo que fue el Mesón de las Palomas, sin embargo, queda la memoria de ella y de su esposo, don Antonio  Velásquez, trabajador jubilado de La Josefina, memoria que  heredarán a sus hijos Marco Antonio, Laura y Pepe y, posteriormente, a sus nietos. Aparte está un rico acervo de libros, pinturas, muebles y aparatos que otorgan a la casa de la familia Velásquez Lejarza la atmósfera de un museo: un piano, una sala de fina madera, un radio antiquísimo son mudos testigos del paso de cuatro o cinco generaciones, ya que la mayor parte de estos objetos fueron heredados del abuelo y bisabuelo: Silvestre Lejarza Cheverri, que custodia desde su retrato la ambientación del siglo XlX Y XX.

Tiempos que fueron.

Otras evocaciones de la señora Lejarza Reséndiz la constituye la autovía donde viajaba  a El Salto, los bailes en Cruz Azul, a los que asistía con sus amigas , entre los que se encontraba Chelo Pérez y Chelo Flores; las hermanas Julia y Margarita Arcia Juárez; en estos bailes participaban grandes orquestas como la de Luis Alcaraz.
Los recuerdos llegan a la memoria en tropel y a manera de despedida refiere dos anécdotas de su primo Alfonso Ortiz Lejarza, donde se entremezcla la evocación con el terror aleccionador, la primera anécdota ocurre en la niñez de don Alfonso. El acostumbraba matar lagartijos y los ensartaba en un palito para mostrarlos cual trofeo. En aquel tiempo, su familia contaba con el apoyo, en el trabajo doméstico, de una señora llamada María, de más de cincuenta años de edad, quien ya le había advertido al niño que no matara los lagartijos. Él volvió a hacerlo y fue a mostrárselos. La señora estaba de espaldas y cuando el niño llamó su atención para mostrarle los lagartijos muertos, vio la cara de ella con un aspecto espantoso; los ojos de cebo y el pelo de paja.
El mismo Alfonso Lejarza, ya a su adultez, caminaba una noche por la calle contigua a la iglesia  de San Francisco y vio a una mujer que iba adelante: decidió seguirla  y vio que ella dobló a dirección a la entrada del atrio; hacia allá caminó él también;  justamente en la entrada del atrio, la mujer se desvaneció, como si hubiera penetrado en el muro que rodea el atrio.

Publicado en el suplemento cultural número 16 de revista Propuesta número 193

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