2012-06-30

La sociedad protectora de las artes en el Auditorio del Cooperativismo


Bersaín Lejarza Abelleyra


Como director y guionista de La sociedad protectora de las artes del CBTis 200, me es difícil ponerme en los zapatos del alumnado que fungen como actores. La gente que se ha integrado al taller es admirable, al menos yo no tengo su capacidad de memorización y les percibo un compañerismo donde no destacan las estrellitas que suelen darse en los grupos teatrales, todos tienen la misma relevancia en su participación y le echan ganas porque saben que el aspecto físico no es importante para mí, sino su capacidad de entrega allá arriba, en el escenario. Por lo que me es imposible no otorgarles mi reconocimiento por la energía que le inyectan a los proyectos que se nos han venido presentado hasta ahora.
El día viernes 22 e julio de 2012 montaron en el Auditorio del Cooperativismo: Trilogía del cuarto oscuro, trilogía que incluyó una cuarta obra representada anteriormente en Pachuca para el DGETI 2012: En gris.
El reparto fue.
Luz artificial: Kay la Jiménez García como Ella, Juan Jesús Altamirano Monrroy como Él, Aarón Pérez Navarro como Oculto.
Castillo de naipes: Itzel Rivas Santana como Femenino, Aarón Pérez Navarro como Masculino.
La caja de cristal: Abigail Martínez Sánchez como Actriz, Aarón Pérez Navarro como Actor, Juan Jesús Altamirano Monrroy como Director.
En gris: Karina Portillo Inés como Angélica, Nancy Valencia Cuenca como Álter Ego, Raúl Estrada como Uriel.
Y como Staff: Roberto González Velázquez, Sofía Valencia Baca, Iván Ocampo Téllez.
A todos ellos les doy las gracias, así como al personal del Auditorio del Cooperativismo por la oportunidad de darnos un espacio. El sudor de su esfuerzo es un auxilio personal que me alienta a seguir enseñando lo poco que he aprendido con otros jóvenes como ellos que gustan del teatro, en los que jugar es parte implícita de nuestro aprendizaje, lo lúdico, es a mi parecer parte fundamental de la experiencia. Que nuestros proyectos a futuro les den más sonrisas para su inventario de sueños realizados, adelante muchachos, hacia adelante.

2012-06-29

El sonido de Gaia


 Abraham Chinchillas


Aves oscuras surcaron el cielo de un día recién nacido. Divino aleteo que te nombraba: imaginaria luz del ciego. El silencio que hasta entonces todo lo dominaba fue condenado al exilio; era la vida, con su incesante e inexplicable sonido: bullicioso viento que todo lo emancipa, el agua sedienta de sal que sigue corriendo, la roca impetuosa que se enfrenta a sí misma y el codicioso fuego que todo lo forja. No hubo lugar de la reciente geografía en que esos ruidos no se aparearan, con los ecos formados por las cañadas y con los silbidos que nunca bajan de las cimas. Emergió también de las profundidades que sus ancestros habían erigido como templos, donde siglo tras siglo fueron tejiendo sus creaciones, experimentando, combinando a precarias especies vestigiales. La marea que arrullaba contrapunteó. Lentos pero incesantes chasquidos de aletas que prometían evolucionar en pesuñas y por fin en plantas. Branquias que asfixiadas por la limpieza del viento dieron paso a los poros que nos permitieron la vida. También vino del cielo, cayeron soles hambrientos y terribles en una llovizna de siglos. Cada gota incandescente fue un embate que moldeó los continentes.
Recién llegados recordaron los odios que los forjaron y pacientemente urdieron la venganza, el martirio susurrado por las voces; aquellas que se escuchaban cuando todavía ninguna palabra era creada. La lumbre entonó himnos ensordeciendo las cortezas de los árboles y las raíces de las flores. Todo lo aturdido se volvió ceniza y grano a grano convocó a la lluvia. El desdén de la tormenta, trueno a trueno, negó toda respuesta. Ellos lo sabían y se guarecieron en las entrañas de la madre que arroja flores lilas a los días nublados, firmamentos despejados para los pétalos blancos; rugido y beso al unísono. Los pocos nonatos salvaron la vida, hilvanaron las horas y los días, machacando flores traídas por el viento, incrustadas finamente en su guarida. Con el zumo multicolor tatuaron en al piedra siluetas de animales imaginarios, vistos apenas en los más oscuros rincones del sueño; ellos ahí con lanzas y valentía los otros allá con miedo y crías. La luz, sagaz mirada insistente y sedienta de temores, los hurgaba con sus dedos magnánimos y su lengua decadente, entre las vísceras pétreas que los paría. Piedras que laten; secreciones de polvo.

Publicado en el suplemento cultural 10 de revista Propuesta #181.

2012-06-26

PK-ADD

Magdalena López Hernández


Es disolver el miedo en un suspiro,
convertirse en partícula de viento
y hacer del cuerpo un disparo preciso.

Es ser aire, ser agua, un instinto
de caída sofocado, un intento,
desde el viento, de disparo preciso.

Y si, con el temblor al borde del abismo
y el pavor enroscado entre el aliento,
se va el intento convertido en suspiro,

siempre regresa en un segundo respiro,
en donde el cuerpo, al impulso del suelo,
sea nuevo aliento de salto preciso.

Es fluir sobrevolando el intersticio.
Es ser aire, ser agua, un aliento
que disuelve el miedo entre suspiros
y hace del cuerpo un disparo preciso.


1.- Parkour— l'art du déplacement

Publicado en el suplemento cultural 9 de revista Propuesta #180, especial de Casa Lamm.

2012-06-25

Normandía de Raúl Renan

Juan Antonio Rosado

De Normandía, de los normandos, se deriva el nombre propio Norma, que en nuestra lengua, además, evoca la acepción común del sustantivo. Pero no es ésta la dirección a la que se dirigen los poemas de Raúl Renán, quien ha deseado cantarle al lugar del amor, de la entrega, de la seguridad que cobija y apacigua, de esos dedos que suavizan las cuarteaduras con el aceite que “irradia la musa/ que ha entrado en ti/ con su risa su mirada grande/ y su poder de mando/ sobre el poema que dictas”. A partir de esta imagen, se abre el horizonte de la tierra en que aparecerán otras presencias y mitos. “Para Normita” y “Norma de elegancia” son ejemplos de otras tantas evocaciones de la tierra, donde la mirada, el interior, el tiempo, el lado nocturno del ser, el desdoblamiento del yo (como en “Tesis sobre Fernando Pessoa”) e incluso el mal, desfilan en intensas instantáneas como luces que los enfocan.

    La vida, para Borges, está rodeada, inundada de poesía. Desde un enfoque distinto de quienes sostienen  —como el poeta español Pedro Salinas— que el universo entero es materia de la poesía, el crítico y poeta argentino procura descubrirla en la vida misma: “La poesía no es algo extraño —sostiene—; está acechando [...] a la vuelta de la esquina. Puede surgir ante nosotros en cualquier momento”. Eso dependerá de la mirada que percibe; por ello, el poeta no es necesariamente un escritor, sino más bien una sensibilidad. Lo mismo parece decirnos, de modo implícito, Raúl Renán, al percibir la belleza en esa tierra-mujer que le da título al poemario: “Eres la acumulación/ de la belleza/ callada en/ un espejo que/ un día/ transporta/ el pasillo/ debajo/ de tus pies./ Asombro/ de la blanca/ sombra intocable”.

    La poesía está siempre tejida de sensaciones, emociones, imágenes expresadas a través del lenguaje en una forma que tiende a la música, porque justo allí forma y asunto son inseparables; constituyen unidad indisoluble que no podría divorciarse (fondo es forma: la manera en que se expresa algo es justo lo que se expresa, de ahí que la música —y también, aunque en menor medida, la poesía— sean intraducibles, y de ahí que Borges considere que la poesía en realidad no es sino “una pasión y un placer”, no obstante que pueda expresar dolor, angustia, indignación, contenido social o político (el universo entero es materia de la poesía: eso es verdad, e incluso las realidades manufacturadas y los aspectos negativos del animal consciente). Por ello Renán advierte las “Señas de corpúsculos de la tierra” y juega con el sonido; por ello selecciona vocablos por su profundidad y los combina en la armonía que sólo percibe en esa tierra que nos ofrece a través de la palabra poética.

Raúl Renán, Normandía. México: H. Ayuntamiento de Valle de Bravo/ Casas del poeta A.C., 2011, 31 pp.

Publicado en el suplemento cultural 9 de revista Propuesta #180, especial de Casa Lamm.

2012-06-21

Los laureles

Victoria Estandía 



 


Tan sólo había transcurrido media hora desde que salimos de la estación para completar el último tramo y llegar a nuestro destino final. Después de tres paradas el camión iba medio vacío, excepto por la señora que venía con su hija adolescente y los dos señores mayores que parecían hermanos, quienes tenían pláticas intermitentes. El resto de los pasajeros nos habíamos convertido en islas, viajábamos absortos, disfrutando de la reflexión del camino; viendo cómo cambiaba el panorama, dejábamos atrás el paisaje árido, los cactus se convertían en arbustos. Repentinamente, al salir de una curva nos encontramos con dos camionetas atravesadas en ambos carriles de la carretera. Una pick-up se emparejó al autobús, un joven apuntaba un arma de grueso calibre al chofer ordenando que nos paráramos. Un brusco frenón nos dejó a pocos metros de las camionetas. Dos hombres apuntan al chofer por el lado derecho, le gritan que abra la puerta. El chofer lo hace y trata de explicarles que él sólo está haciendo su trabajo. El que parece tener mayor jerarquía le coloca la punta de la pistola debajo de la barbilla, y con esto se crea un silencio absoluto. Nos ordenan poner las manos sobre la cabeza, nos quitan los celulares, los relojes y las carteras. Nos esposan las manos al frente con las palmas juntas atándonos las muñecas y los nudillos con tiras de plástico como las que se usan para sellar las maletas. El camión arranca y con eso perdemos toda esperanza de que esto sea sólo un asalto.
Las dos camionetas nos guían por la autopista con la pick-up cerrando el cortejo. Nos desviamos a la izquierda, abandonando la carretera principal. Al pasar por los pueblos la gente nos mira de reojo, sin vernos directamente, no quieren tener nada qué ver con lo que está sucediendo. Tomamos un camino de terracería encajonado entre arbustos.

Es difícil determinar cuánto tiempo ha transcurrido, la vereda es cada vez más angosta. La vegetación va cambiando, comienza a sentirse un ambiente más bochornoso. Sólo paramos cuando se bajan de las camionetas para abrir y cerrar las rejas que guardan al ganado.
Los caminos continúan dividiéndose. Pasamos pueblos levantando polvaredas. Las camionetas se detienen ante una placa que dice “Los Laureles”. Abren el portón, esperan a que entremos, lo cierran y arrancan a gran velocidad por donde venían.

Recorremos un tramo corto escoltados por la pick-up. Finalmente, el camión se estaciona debajo de unos enormes laureles junto a otros autobuses desmantelados.
— Todos abajo —nos ordena el jefe, que parece militar.
Caminamos unos cuantos metros hasta un búngalo donde nos encierran. Nos vemos unos a otros con desconfianza, sin saber qué pensar de los demás.
Nos asomamos por la única ventana y vemos como apilan nuestras maletas, las rocían con gasolina y les echan un cerillo. Comprendemos con horror que lo que quieren es desaparecer todo aquello que pueda identificarnos. Escuchamos los golpes con los que desmantelan el autobús. Luego hay un silencio.
Abren la puerta, nos miran con cierta incomodidad.
—Todos afuera —nos ordenan.
Caminamos unos cien metros hasta llegar a una cisterna vacía. El sicario más joven nos empuja o jalonea, tirándonos como fardos. Luego brinca y nos ata los pies con otra cinta de plástico como con la que nos esposaron las manos y termina por sujetarnos los pies y las manos con una tercera tira.

 Uno de sus compañeros le tiende la mano para que pueda salir y luego deja caer una manguera de la que comienza a salir un hilo de agua. Escucho las arcadas de la joven que está junto a mí y distingo un penetrante olor a bilis. Comienzan a caer unas gotas de lluvias. A lo lejos se ven unos negros nubarrones ocasionalmente iluminados por relámpagos.
Nos dejan solos. Encienden la bomba con la que extraen agua del pozo para llenar la cisterna, se escucha su vibración a lo lejos. La tormenta se acerca y se convierte en un frío aguacero. Me veo las manos y se parecen a las del cuadro de mi abuela que dice “Señor, enséñanos a orar”, sólo que mis dedos tienen un tono azulado, no sé si por el frío o porque reflejan el atardecer.
A lo lejos se escuchan los noticieros en el radio acompañados de carcajadas ocasionales. Nos llega el olor a aceite requemado, a carne asada y a tortillas.

Deja de llover y se abre un cielo estrellado. La luna se asoma en cuarto menguante. La silueta de un tlacuache se perfila encaminándose lentamente hacia el guayabo, lo que provoca el necio ladrido de los perros, que se mezcla con rezos y llantos.
Todo parece confuso. Pálidos rostros, orejas y labios celestes. Los pensamientos lentos contrastan con el rápido vuelo de los murciélagos que toman agua antes de dirigirse al naranjo, que nos regala su olor a azahar.
Comienza a amanecer. El agua nos llega a la barbilla. Los rayos diáfanos del sol atraviesan la superficie del agua, irradiando una sensación de calor. Los tonos turquesa y dorado del cielo se filtran iluminándonos con claridad. Nos vemos unos a otros con total nitidez. Un banco de caballitos de mar. Todos nadando hacia la superficie.  





Publicado en el suplemento cultural 9 de revista Propuesta #180, especial de Casa Lamm.

2012-06-20

Soy humano

Karina Castro


Sonó la alarma del despertador. Sam detestaba ese horrible y monótono ruido que lo sacaba de sus sueños y le recordaba que tenía una larga mañana por delante. Sin poder abrir los ojos, estiró perezosamente los brazos. Con gran estrépito, cayó la lámpara al suelo y del otro lado se derramó el café sobre el buró. Sam abrió los ojos sobresaltado sólo para ver su cuerpo transformado en el de una creatura horripilante. Su piel era totalmente gris, fría y de una textura extraña; sus brazos, desproporcionadamente largos y flacos, con enormes manos dotadas de huesudos dedos. Sus piernas eran extremadamente delgadas, esqueléticas. Temblando, se llevó las manos a la cara. Dio un respingo cuando sus dedos hicieron contacto con su nariz, o con la falta de ella mejor dicho; sintió un hueso apenas prominente y dos singulares orificios alargados que expidieron un aire frío y entrecortado. Se paró de un salto. Sus pies eran grandes y huesudos, mas no perdió el equilibrio; se dirigió hacia el espejo con su camiseta y bóxers de dormir aún puestos, ridículamente amoldados a su nuevo y ajeno cuerpo. Conteniendo la respiración levantó la mirada hacia el espejo. Un excepcional chillido salió de su diminuta boca carente de labios. ¡Su piel era gris, su cabeza enorme y ovalada! Sus enormes ojos totalmente negros lo miraban acuosos e inexpresivos. Eran simplemente dos pozos negros en los que sintió su alma ir cayendo, dejándolo vacío, hueco. Un ruido lo sacó de su trance. Miró hacia la puerta que se abría lentamente dando paso a un hombre alto, de traje gris claro y expresión severa, casi cruel. Miraba a Sam como si lo conociera, pero él estaba seguro de que nunca antes lo había visto. Se acercó a él con determinación. Al tiempo que caminaba, su cuerpo sufrió una transformación, no convulsa ni accidentada, sino de manera casi natural. Sam se encontró frente a frente con un ser igual a él. No daba crédito a lo que pasaba. ¿Acaso era un sueño? ¡Más bien una pesadilla! No podía ser real. Hasta el día de ayer, él era un joven normal, su vida era como la de cualquier otro: se levantaba temprano y se iba al trabajo, soportaba algunas horas atendiendo fastidiosos clientes en la tienda de ropa para caballero, esperando ansioso la recompensa que traía la tarde consigo. Pasaba el resto del día en el deportivo jugando basquetbol, sus amigos y compañeros de equipo le reconocían su dedicación, lo apreciaban. Por un momento apartó la mirada de la creatura parada frente a él y sus monstruosos ojos se posaron distraídos en los trofeos que brillaban en la cima del clóset... ¡Qué gran equipo eran! —Es hora de irnos —ordenó el recién llegado. —¡No iré a ningún lado! —pronunció Sam con una voz semejante a la suya—. ¡Debe haber un malentendido, yo no soy quien usted busca, yo no soy así! Ayer era normal y hoy desperté convertido en... —Vine por ti para devolverte a donde perteneces —declaró el otro ser secamente—. Éste eres tú, como eras ayer era sólo una máscara. ¡No eres un humano, estúpido! Dicho esto tomó a Sam del brazo bruscamente y colocó un pequeño brazalete en su muñeca. El contacto con el metal helado lo hizo estremecer; se sintió mareado y somnoliento. Al doblarse sus rodillas y con la última conciencia que le quedaba pensó en cuánto iba a extrañar la risa, el llanto, un helado, los sábados por la mañana, la adrenalina al salir a la cancha el día del partido, sus tenis en contacto con la duela, saltar, volar por los aires y encestar, los aplausos y los abrazos de sus amigos. —Yo soy humano —suspiró al cerrar los ojos.

Publicado en el suplemento cultural 9 de revista Propuesta #180, especial de Casa Lamm.

2012-06-19

La oscura metamorfosis de las mariposas

Angélica Santa Olaya


Le aporrea las piernas con furia. Siente que su cuerpo crece centímetro a centímetro después de cada grito, de cada gemido. No quiere ver el rostro de la mujer. No quiere ver la boca torcida por el dolor. No quiere ver esa mirada que podría recordarle o revelarle a alguien conocido. Se concentra en los muslos y las nalgas que, “no son de quinceañera pero están bastante buenas todavía”. La tela del pantalón, por encima de la carne magullada, se empapa de sudor adhiriéndose a los glúteos heridos. La mujer no cesa de gritar y pedir una ayuda que nadie escucha. Su boca ensangrentada es un túnel oscuro y rugiente que traga los golpes y luego los vomita en coágulos de espanto. Los ojos, desorbitados, tratan de seguir los movimientos del grueso y pardo cuerpo del verdugo que se le figura una larva gigantesca. Todo esfuerzo por esquivar los golpes es inútil. La larva, furiosa, se arrastra hacia ella sofocada por los pensamientos que viajan a una velocidad mayor a la de los golpes. Acerca la mano, temblorosa de deseo, y le arranca el pantalón de una sola intención. La mujer enmudece por la sorpresa y se lleva las manos al sexo cubierto aún por la pantaleta. El tolete se pasea con lentitud y malicia entre sus piernas obligándola a abrirlas y tocando la puerta de su sexo a través de la delgada tela. Entre el bastón que castiga y la mano que lo esgrime, un húmedo espacio ocupado por una mezcla pegajosa de ira y resuellos ahogados por la propia excitación. La larva recoge de la frente el sudor saturado de hormonas y adrenalina. Resopla. Las manos de la mujer, enrojecidas, se afanan inútilmente en ocultar la imagen que late, a todo color, en la cabeza enloquecida de la larva.

- Dijeron que nada de violaciones compañero...

 Le susurra al oído una neurona de voz grave que la larva preferiría ignorar. Se tapa una oreja, pero la voz está dentro de su cabeza, luchando contra el deseo y el impulso de continuar aporreando a la mujer ya sin contemplaciones. Se toca el bulto que quiere estallarle bajo la bragueta. La carne ensangrentada y los ojos asustados de la mujer le inflaman las ganas. Babea de gusto y de angustia de sí mismo; saliva sin control por su deseo insatisfecho. Algo cae sobre su hombro. Una mano de mujer lo aprieta con suavidad, casi con cariño.

- Déjeme echarle una manita compañero. No se exponga. Los jefes dijeron que sin violaciones. Recuerde que órdenes son órdenes.

La larva observa una vez más el cuerpo de la mujer encogido sobre el suelo como un feto. Le echa encima sus ojos brillantes y le cede su lugar a la recién llegada. Luego se retira a buscar un rincón para masturbarse a gusto mientras el silencio se apodera de la celda a la espera de nosesabequé. Debajo de la pantaleta, otra vez la carne tiembla, frágil, porque los ojos que ahora la miran están cargados no sólo de deseo y de ira, sino de un odio que viene de nosesabedónde. El arma aletea sobre las costillas de la víctima. El tolete se agita en el aire dibujando las intangibles, pero definitivas, alas de una gigantesca mariposa nocturna. Uno de esos bichos de mal agüero que la abuela mataba a escobazos cuando ella era una niña… hace muchísimo tiempo… siglos quizá… Alas pardas cubiertas de asquerosos vellos que habitaban sus pesadillas infantiles. De pronto, llegan a posarse en el recuerdo aquellas mariposas amarillas que jugueteaban sobre las margaritas cuando iba a jugar al parque. Aprendió a tomarlas, de las alas, delicadamente con los dedos; sin maltratarlas, para echarlas a volar otra vez. El polvito que sus alas desprendían y que quedaba en sus dedos impregnado después del vuelo, era mágico. Ella lo embarraba sobre sus párpados para ver a las hadas durante el sueño por consejo de la abuela. El rostro suave de la abuela aparece, por un instante, nítido y tibio, frente a sus ojos. Abuela, ¿eres tú? Estoy soñando una pesadilla de larvas y mariposas gigantes.

- Abuela, ayúdame... exclama, con voz apenas audible, la mujer; detenida por “armar alboroto en la vía pública”.

Un crujido de huesos irrumpe de pronto en el silencio y luego, más doloroso que el golpe, un grito que penetra la vagina, la boca, los oídos y poros de la mujer herida:

- ¡Qué dijiste perra! ¿Ya me salve no? ¡A ver si puedes seguir armando desmadres con las costillas rotas cabrona! ¡A ver si puedes seguir gritando tus pendejadas con los pulmones hechos mierda hija de la chingada! Nadie va a venir por ti, ¿lo oyes? A nadie le importas un carajo. ¿Nunca te dijeron que en la cama y en la cárcel se conoce a los amigos? ¿Dónde están ahora tus amigos pendeja? ¡¿Dónde?! ¡¿Dónde?! ¿Dónde están los que te dijeron que fueras a gritar sandeces por la calle? ¿Te creíste muy chingona verdad? Ahí, metiéndote en cosas que no te incumben, con tu pendejo puñito al aire… Ni tu pinche abuela te va a salvar de esta…

Las manos que cubren el sexo se dirigen al pecho obligadas por el dolor. Intentan contener la carne que quiere estallar y que ha robado el aire a los pulmones. El tiempo se detiene. El vacío en la mirada. La sorpresa. La indefensión que ahoga hasta el paroxismo. En el abismo del sufrimiento no hay mariposas de colores, ni polvos mágicos, ni sexos qué cubrir. No hay salvación para esta pesadilla. Las manos permanecen quietas, aferradas al silencio tenaz que curva las falanges como garras, antes dedos, manos… ahora dos arañas heridas incapaces de avanzar, atoradas en el fango del dolor, aferradas al débil latido de la piel entumecida y enmudecida, esperando sólo el poderoso y final aleteo de la mariposa.

- A ver pendeja, para que veas que soy buena, voy a echarte una manita para que te relajes. ¿Te sabes el cuento de la arañita que buscaba su cuevita? Seguro que tu abuela te lo contaba. Las abuelas siempre cuentan esas pendejadas.

Los dedos de la oscura mariposa, como flacas patas buscando el polen, se introducen por el borde de la pantaleta para llegar a la vulva y luego a la vagina.

- Como ves, aquí no hay amigos, ni abuelas, pero como estás aquí tan solita, y tan jodida… si quieres… podemos ser amigas.

Una mano ensangrentada busca, a tientas el palo de la escoba con que se barre la basura y se matan las pesadillas, pero en vez del tacto tibio y poroso de la madera, los dedos encuentran la fría piel de una barra metálica que le recuerda que está en la cárcel. Lejos de su casa, de su infancia y de la abuela. La pesadilla tiene razón. Tú sí que estás pendeja… En la cárcel no hay escobas. ¿Cómo se te pudo ocurrir? Aquí la basura entra y sale con la misma llave que abre y cierra la puerta de las pesadillas en una noche de horror. La noche en que la metamorfosis de algunas mariposas parece no concluir.

En memoria de los hechos en San Salvador Atenco, México, 2007.
Angélica Santa Olaya D. R. ©
Del libro "Sala de Esperas", México, Eterno Femenino Ediciones, 2012.

2012-06-18

Mtro. Alberto Avilés Cortés

Originario de Poxindeje, municipio de San salvador, Hgo. En la ciudad de México estudió la Licenciatura en Sociología en la UNAM , maestría en Antropología Social y diplomados en Procesos Educativos, en Educación para los Medios y en México: Nación Multicultural. Ha participado en foros, congresos, coloquios y seminarios como ponente, con temas sobre educación, historia regional, cultura popular, investigación de campo y promoción cultural. Como promotor cultural ha propiciado encuentros de escritores, ferias artesanales, festivales del canto indígena, exposiciones de artes plásticas y homenajes a personajes hidalguenses. Ha sido galardonado con varios premios y reconocimientos. Premio Estatal de Artes y Tradiciones Populares de Hidalgo-2009 y La orquídea de Plata, entre otros. Es autor de los siguientes libros: Poesía directa, Ausencias amorosas, Canto al Valle del Mezquital, Levantando sombras, Pinturas rupestres de Tezoquipan, Lectura Infinita, Los huemas y otras historias del Mezquital, La bandera esta en lo alto y Paisajes, fiestas y tradiciones hidalguenses. Actualmente labora en el Centro Estatal de Lenguas y Culturas Indígenas y es conductor del programa Mi pueblio mi lengua, en Hidalgo Televisión. Es editor de libros sobre Hidalgo, bajo el sello de Ediciones Mayahuel y Coordinador de la Revista Mayahuel.

2012-06-15

Angélica Santa Olaya

Angélica Santa Olaya, ciudad de México, 1962. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva. Maestra en Historia y Etnohistoria becada por el CONACYT (2008-2010). Egresada de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Primer lugar en dos concursos de cuento breve e infantil en México y Segundo Lugar en el V Certamen Internacional de Poesía "Victoria Siempre 2008", Entre Ríos, Argentina. Publicada en más de una docena de antologías latino e iberoamericanas de cuento, poesía y teatro así como en diversos diarios y revistas nacionales e internacionales. Autora de Habitar el tiempo (México, 2005), Miro la tarde (Guanajuato, 2006), El Sollozo (México, 2006), Dedos de agua (México, 2006), El lado oscuro del espejo (Argentina, 2007), Del aprendizaje del aire (Editorial Fivestar, Brasil, 2009) como traductora en coautoría con Tanussi Cardoso y Leo Lobos) y Árbol de la Esperanza ( miCielo Ediciones, México, 2011 / 1era edición y El Drenaje Literario, México, 2011 / 2a edición). Profesora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Le gustan los caracoles, los gatos, las cerezas, los higos, los besos, el mar y de vez en cuando bailar cumbia.

2012-06-13

El amor de Agustina




INGRID BODET


 Si Agustina no daba un paso dentro del escenario fue porque sabía que los ojos del roedor estaban encima de ella. Oculto entre las butacas, sus bigotes sobresalían por encima de un traje gris que llevaba el dueño de la tienda dominical. Agustina retrocedió dos pasos hasta topar con las manos de Hidalgo, quien la sujetó por la espalda y le manoseó ambos senos; se dejó tocar y cerró los ojos imaginando que el roedor le miraba con sus luces rojas. Cada noche tras el lavadero el roedor le espiaba, escuchaba sus pasos por toda la cocina. Ella le recibía bajando su mano hasta el clítoris, moviendo compulsivamente sus dedos. Frente a sus gemidos el roedor le miraba cada noche. Si Agustina se dejó aquella noche aplastar los senos por Hidalgo, fue la imagen del roedor lo que giraba en su cabeza, y al subir el escenario sus rosadas piernas pisaban con la intención de bailar una última vez para él antes de que la señora Bellotea gritara. El espectáculo terminó con una fila que daba la vuelta a la manzana pidiendo la devolución de su dinero y con el letrero CLAUSURADO de la puerta a la ventana. Y como quien recoge a un niño, Agustina abrió los brazos para recibir al roedor que escapaba de los gritos y pisotones y lo encerró en una jaula hasta que del brazo, Hidalgo la arrancó. Frente a la jaula, Agustina se dejó desvestir por las manos toscas y aspirando el olor a roedor se fundió en las sábanas. Ya era tarde cuando Hidalgo penetró su cuerpo, Agustina no le pertenecía. Hasta el fondo de su garganta la cola del roedor bajaba y subía. Hidalgo retrocedió con una mueca que le cruzaba el rostro y miró cómo Agustina abría las piernas mientras se introducía un embudo. El segundo en conocer su cuerpo fue el roedor, vagando por los ductos estrechos de su vientre rasgaba para no salir jamás y, convertida en espasmo, Agustina se elevó. Si las cosas siguen, no lo fue para ella quien después de conocer el vergel volvió entre sueños a las ubres de la tierra con su amante clavado en el ombligo.


Publicado en el suplemento cultural 9 de revista Propuesta #180, especial de Casa Lamm.

2012-06-09

Ensamble-Rías



Cuando uno piensa en espectáculos de humor por desgracia como referencias tenemos el doble sentido y el más pésimo gusto que las televisoras nos tienen acostumbrados, lo peor es que lamentablemente hay ocasiones que trascienden de la pantalla a los foros teatrales demeritando la expectativa que el público tiene al comprar su boleto en taquilla. Sin embargo el día 25 de mayo a las 18:00 hrs., llegará al Auditorio del Cooperativismo Ensamble-Rías una propuesta innovadora que fusiona en su espectáculo la música, el teatro y el humor inteligente, buscando acercar al público una amplia gama de estilos musicales, recalcando siempre que reír es también un acto que puede ser estimulado por la razón.

Ensable Mpkstroff fue un proyecto académico, hasta ese entonces, que nació en 2005. Desde su agrupación original fueron inspirados en la obra del quinteto argentino Les Luthier. Con el tiempo evolucionaron a Ensamble-rías (de Mpkstroff) y contaban ya con un espectáculo de primer nivel, no sólo por ser una compañía de músicos profesionales egresados de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, sino precisamente al experimentar su trabajo con humorismo escénico.


                Actualmente los miembros son: Mauricio Durán, director artístico del ensamble, es Licenciado en Educación Musical con estudios de Maestría en Etnomusicología por la Escuela Nacional de Música (ENM) de la UNAM. Reconocido por su trayectoria artística y académica, destacando la medalla Gabino Barreda (2006). Ha dado recitales de canto y de guitarra en diversos foros de la Ciudad de México y del interior de la República Mexicana; ha sido invitado a participar en coloquios nacionales e internacionales para presentar conferencias en torno a la educación musical, musicología, y de la relación de la música con el humor.
                Erick 'Bernie' Egremy, integrante de Ensamble-rías, tiene una larga trayectoria como estudioso de la música de Les Luthiers, y es uno de los vínculos del ensamble con la agrupación argentina. Formó parte de la mesa directiva del CALL-México (Centro de Amigos de Les Luthiers, capítulo México), fungiendo como secretario del mismo. Ha realizado estudios de guitarra y piano con diversos maestros de la ENM-UNAM. Tomó clases de actuación con el maestro Hugo Fragoso Campos en 2007.

                Leonardo Luna, actor, cantante, guitarrista y bajista en Ensamble-Rías, es licenciado en educación musical y actualmente estudia una maestría en tecnología musical en la ENM-UNAM. Tomó clases magistrales de guitarra en el Festival internacional de guitarra de la Habana, Cuba 2000. Realizó estudios de actualización en el curso Kodaly realizado en Eztergom, Hungría en el 2001. Ha realizado recitales de canto y guitarra en diversos foros y salas de concierto de la Ciudad de México y el interior de la República Mexicana. Ha sido director musical de diversas comedias musicales en el Colegio México, institución en la cual se sigue desempeñando en el mismo cargo.

                Vinicio Marquina, actor, cantante, bajista y tecladista en Ensamble-Rías, comienza sus estudios musicales de piano a los 4 años; a los 5 ingresa al Centro Cultural Ollin Yoliztli donde continuó con la disciplina musical durante 3 años. Posteriormente estudia bajo eléctrico con Jorge Zavala y Roberto Aymes. Ha formado parte de varios grupos musicales versátiles presentándose en ferias, palenques, hoteles, y bares del interior de la República Mexicana y Ciudad de México. En el año 2000 forma junto con otros músicos el grupo de Jazz: Tetra-Jazz presentándose en diversos foros culturales.

               Atrévanse a la gran versatilidad de Ensamble-Rías. El costo de la entrada es de cuarenta pesos, sin embargo el momento que pasará será invaluablemente divertido.
Claudia Lorena García.

Bound by Endogamy y Raw Ambassador unen fuerzas en 'Acid Avengers': ¡Una oda a la música electrónica y al espíritu punk!

¡P repárate para sumergirte en un torbellino de energía cruda y sonidos electrizantes con el lanzamiento del álbum "Acid Avengers"...