Escrito por Sofía N.
Este año ha sido marcado por una herida que demorará mucho tiempo en sanar. Una etapa llena de cambios, pérdidas y nuevos caminos; muchas cosas por aceptar. Trayendo consigo un tiempo de aislamiento, diciendo adiós a la rutina diaria.
Dejando de lado todo eso mencionado, también ha sido un tiempo en donde muchos artistas sacaron brillo de su inspiración. Entre ellos hubo uno en especial, que poco a poco se hizo un espacio en la música experimental, captando la atención en el extranjero y también en algunas páginas nacionales.
Ayver es un artista limeño, que, en tiempos de cuarentena, lanzo su segundo álbum titulado Healing, en español se podría traducir como curación y, como pocas veces él lo ha mencionado, este es un trabajo muy personal. En palabras del mismo artista, Healing es el resultado de mi completo alejamiento.
El concepto de este álbum es representado con una clase de poema, escrito por él mismo, el cual se encuentra en su Bandcamp. Aquí lo he traducido:
Entre cuatro paredes los pensamientos bailan, dejando melodías de compasión.
Las quemaduras del sol sobre su piel, se despiden con poemas sin fin.
Libros viejos, fotografías sonrientes y un piano descolorido.
Curación: tan alejada, tan soñada.
Aquellas sombras que piden ser escuchadas, son espectadores de su propio destino.
Donde el sonido ha muerto por completo, nuestros corazones no dejaran de palpitar.
Adentrándonos ahora en la parte musical, encontramos siempre un elemento vital de sus composiciones: el piano, el cual evoca melodías trágicas y sublimes, haciendo recordar a compositores como Luigi Rubino y Dustin O’Halloran, por mencionar algunos. También, hay una gran carga de Ambient, llevándonos a los mundos imaginarios de la música cinematográfica. Y además resaltar el uso de elementos orquestales, muy al estilo de Worrytrain y el dúo inolvidable, Secret Garden. De esta manera podemos decir que la música de Ayver siempre ha ido de la mano con la experimentación, creando paisajes sonoros llenos de misterio y soledad.
A life in photographs (Una vida en fotografías) da inicio a este viaje. Parece como si hubiese sido compuesto en un ambiente abrazado por el silencio. Se escucha una especie de lámpara, y entre susurros, el piano empieza a cobrar vida. Pasando la mitad de la canción, la melodía cambia por completo, juntándose con una especie de sintetizador que causa misterio y muchas interrogantes.
Stained poetry (Poesía manchada) transporta a un mundo muy distinto. Una lluvia que parece eterna y aves cantando nos dirigen hacia un violín, que poco a poco va multiplicándose, para luego volver a encontrarnos con el bello piano. Aquí podemos escuchar ya una gran influencia de la música clásica contemporánea.
Ya cuando parece que la canción está por finalizar, aparece Transitions and thoughts (Transiciones y pensamientos). Nuevamente la melodía cambia por completo, y es donde ya nos damos cuenta de la gran fascinación que tiene Ayver por juntar piezas musicales muy distintas, pero enlazadas por sólo una cosa: melancolía. La atmósfera que rodea esta canción es intimidante, creando una especie de Dark Ambient abismal, con efectos algo siniestros y envolventes. Al igual que en la primera canción, hay un cambio casi al final, donde luego de una distorsión indescifrable, aparece un piano, con una melodía más delicada, finalizando como si fuese un flashback sonoro.
Serenade (Seranata) es un cover del compositor austriaco Franz Schubert. Esta versión de Ayver es como un nuevo inicio. Un paseo por algún lugar que, pienso yo, quedó sólo en su memoria. La composición en piano va de la mano con efectos ambientales, personas murmurando cosas y una pequeña orquestra, dando un tono trágico y menos monótono.
Room of letters (Habitación de letras), la canción más corta del álbum, pero una de las más interesantes. Esta vez la música empieza con un tipo de sonido vinyl, para luego ser atrapado con una melodía nostálgica, tal vez la más trágica de todas. Dentro de todo esto hay un ambiente de fondo que parece ser lluvia cayendo sobre una ventana, o sólo un simple efecto lo-fi distorsionado y tétrico, todo esto hace recordar a la música enigmática del señor James Leyland (The Caretaker). En el momento en que la melodía cambia, los efectos empiezan a confundirse más, parece como si la historia cambiara a una película de terror. El piano desaparece, el ruido se apodera del oyente y de repente, el volumen aumenta de la nada, para luego cortarse abruptamente, como si fuese un asesinato. Sólo queda el efecto vinyl como sobreviviente.
Para finalizar, Waiting for a new beginning (Esperando por un nuevo comienzo), evoca nuevamente el estilo orquestal. Una melodía muy profunda, que poco a poco va alimentándose de más elementos, para llegar a una nueva ruta: muchos violines empiezan a cantar, como si fuese la sinfonía del ultimo día. Por momentos me hace recordar a la extensa canción “Slunce” de Trist. No tengo dudas que este ha sido una de las composiciones más fuertes que ha realizado Ayver. Toda la música, al final, va desapareciendo junto al piano, dejando una bella y trágica melodía.
Sólo me queda decir que cuando escuché Healing por primera vez estuve muy lejos de mi familia, entre mi preocupación y tristeza pude comprender, de alguna manera u otra, el mensaje de Ayver. Culmino con estas palabras del mismo artista: “…hacer música es como un proceso para conocerse a sí mismo, una especie de terapia, con resultados que consuelan el alma”.
