
Una madrugada, cuando regresaba a casa por las solitarias calles de las manzanas de Skinny Dog, mientras observaba su figura en el cristal de los escaparates del bulevar Blue, vio también como dos hombres se le acercaban por detrás y le clavaban un puñal en el costado. Los vio alejarse luego, al tiempo que su cuerpo se replegaba en sí por el dolor. Atento al reflejo del escaparate, contempló detenidamente, segundo a segundo, en directo, hasta los más minuciosos detalles de su muerte.