José Luis Gaona
La
epistemología como rama de la filosofía se ocupa de las maneras en las que el
ser humano encuentra una posibilidad de conocimiento, que requieren una
justificación argumentativa. Hay una clara separación entre el conocimiento
verdadero y el de la opinión, así el ámbito de la doxa se considera válido
dentro del sentido común, es decir, como una experiencia inmediata en la vida
del sujeto que sólo responde a explicaciones sin fundamento de carácter epistemológico-argumentativo; esta
alternativa de la opinión quedará restringida en un estudio filosófico, puesto
que no ofrece una garantía segura ya que es totalmente opuesta a ella. La
opinión no cumple con estas expectativas ya que nos ofrece relatividad y mera experiencia sobre preceptos que no se
ponen en cuestionamiento o en una postura crítica; tampoco da razones
suficientes sobre los prejuicios que se tienen sobre determinados conceptos.
Estos conceptos deben responder a razonamientos justificados que den cuenta
sobre esa posibilidad de conocimiento a la que se intenta llegar. Así el
escepticismo es una útil herramienta que puede ser aplicable a diversos ámbitos
del conocimiento humano; éste no se restringe solamente al ámbito filosófico,
también puede ser utilizado en el ámbito científico y sus múltiples esferas. Gracias al escepticismo el ser humano ha
desarrollado nuevas especulaciones sobre el mismo objeto de conocimiento, lo
que ha favorecido a nuevas argumentaciones y ha evitado caer en estancamientos
epistemológicos, o en un caso extremo en posturas que justifiquen la teología
como una forma de conocimiento verdadero, que ya no puede ser sometido a
juicio. En la Grecia antigua, surge la filosofía puesto que hay una crítica a
la “justificación” divina, por lo que está presente el escepticismo como una
nueva posibilidad; Cabe mencionar que hay varias formas de escepticismo,
principalmente el escepticismo antiguo como una forma de vida, es decir, el
escepticismo llevado a la praxis; y el escepticismo que responde a un modelo
epistemológico. Este vendrá a tener mayor importancia dentro del ámbito
filosófico, puesto que será el que utilizaremos como una herramienta; ya que
debemos comenzar a dudar de los preceptos o creencias no justificadas, orientándonos
hacia una meta epistemológica, en contraste al escepticismo pirrónico que se
queda en el nivel de la suspensión de juicio sin afirmar nada más allá. El ser
humano desde que nace, y conforme va desarrollándose va adoptando un conjunto
de creencias de las cuales en primer momento no puede someter a duda, ya que le
sirven para adaptarse al entorno en el cual está sometido a sus vivencias; así
toma todo este conjunto de creencias como verdaderas para un segundo momento en
su vida, pueda realizar el ejercicio del cuestionamiento a ellas, y lograr
discernir entre un mayor grado de validez. Este conocimiento constituye y da
forma a la vida del ser humano, le brinda ayuda en base a la experiencia
empírica que tiene con el mundo inmediato, como la referencia que hace Luis
Villoro sobre David Hume, en la cual, las creencias tienen un sentimiento que
viene acompañado de la percepción que tenemos con el mundo que se nos antepone,
y éste nos brinda firmeza o seguridad.
En contraste con el escepticismo antiguo, éste nos garantizará encontrar una nueva forma de conocimiento, que si bien no es la única, es otra posibilidad justificada y válida dentro de sí misma. A lo largo de la historia del ser humano, podemos constatar esta actitud dubitativa que da origen a nuevos sistemas filosóficos y científicos. Por ejemplo la filosofía cartesiana, parte de esta cuestión de someter todo a duda, pero no se queda solamente en el ámbito de la “epoje”, René Descartes, propone un nuevo método para alcanzar la verdad, lo claro y distinto a diferencia de la doxa y de los preceptos que están arraigados en la vida del ser humano; que estos le impiden encontrar juicios verdaderos. Sólo aquellos que tengan la disposición y capacidad de someter a duda y aplicar este método podrán alcanzar esa otra forma de conocimiento. El escepticismo garantiza avances en las ciencias y en la filosofía, por su cuestión dubitativa que somete a juicio constantemente las justificaciones que se van encontrando en las diversas posibilidades de conocimiento. En el mito de la caverna podemos ver con más detalle esta forma de escepticismo, los hombres encadenados no pueden desarraigarse de esos preceptos que han sido parte a través de toda su vida, prefiriendo evadir la realidad y matar así con ello toda posibilidad de conocimiento. Por el contrario Descartes al proponer el método cartesiano demuestra y justifica que hay cuestiones que son verdaderas y se alejan de lo verosímil, es decir, lo que tiene una apariencia de verdadero, pero que en realidad no lo es. Demuestra así la existencia de una cosa pensante, y una cosa extensa, por lo tanto, expone la diferencia de una actitud o estado natural del ser humano en la que se deja engañar por lo sentidos y vive lleno de prejuicios; de forma similar en la antigüedad había un respeto a la divinidad y no podía ponerse en duda su existencia, lo que imposibilitaba la construcción de argumentos elaborados a través de un método. Edmund Husserl retomará esta forma de escepticismo cartesiano, pero que reformulará, en similitud con la filosofía cartesiana, Husserl afirma que tenemos que desligarnos de la actitud natural, propone una nueva dimensión de conocimiento, un nuevo punto de partida con un nuevo método que se distinga totalmente de esta actitud natural, y renueve el sentido de la filosofía. Husserl al igual que los escépticos pirrónicos, utiliza el concepto de “epojé” para poner en “suspensión de juicio” todos aquellos preceptos o ideas que tenemos sobre los objetos de los cuales se llevará acabo el método de la reducción fenomenológica, así se demuestra una vez más la importancia de dicha herramienta y sobre todo la manera en que Husserl la utiliza, para llegar a un determinado fin; a diferencia de estar en una cuestión dubitativa todo el tiempo, Husserl utiliza la duda metódica, es decir una duda que responda a un método, y no quedar en una suspensión de juicio sin llegar a una nueva posibilidad de conocimiento, como lo ejemplifica Berkeley:
En contraste con el escepticismo antiguo, éste nos garantizará encontrar una nueva forma de conocimiento, que si bien no es la única, es otra posibilidad justificada y válida dentro de sí misma. A lo largo de la historia del ser humano, podemos constatar esta actitud dubitativa que da origen a nuevos sistemas filosóficos y científicos. Por ejemplo la filosofía cartesiana, parte de esta cuestión de someter todo a duda, pero no se queda solamente en el ámbito de la “epoje”, René Descartes, propone un nuevo método para alcanzar la verdad, lo claro y distinto a diferencia de la doxa y de los preceptos que están arraigados en la vida del ser humano; que estos le impiden encontrar juicios verdaderos. Sólo aquellos que tengan la disposición y capacidad de someter a duda y aplicar este método podrán alcanzar esa otra forma de conocimiento. El escepticismo garantiza avances en las ciencias y en la filosofía, por su cuestión dubitativa que somete a juicio constantemente las justificaciones que se van encontrando en las diversas posibilidades de conocimiento. En el mito de la caverna podemos ver con más detalle esta forma de escepticismo, los hombres encadenados no pueden desarraigarse de esos preceptos que han sido parte a través de toda su vida, prefiriendo evadir la realidad y matar así con ello toda posibilidad de conocimiento. Por el contrario Descartes al proponer el método cartesiano demuestra y justifica que hay cuestiones que son verdaderas y se alejan de lo verosímil, es decir, lo que tiene una apariencia de verdadero, pero que en realidad no lo es. Demuestra así la existencia de una cosa pensante, y una cosa extensa, por lo tanto, expone la diferencia de una actitud o estado natural del ser humano en la que se deja engañar por lo sentidos y vive lleno de prejuicios; de forma similar en la antigüedad había un respeto a la divinidad y no podía ponerse en duda su existencia, lo que imposibilitaba la construcción de argumentos elaborados a través de un método. Edmund Husserl retomará esta forma de escepticismo cartesiano, pero que reformulará, en similitud con la filosofía cartesiana, Husserl afirma que tenemos que desligarnos de la actitud natural, propone una nueva dimensión de conocimiento, un nuevo punto de partida con un nuevo método que se distinga totalmente de esta actitud natural, y renueve el sentido de la filosofía. Husserl al igual que los escépticos pirrónicos, utiliza el concepto de “epojé” para poner en “suspensión de juicio” todos aquellos preceptos o ideas que tenemos sobre los objetos de los cuales se llevará acabo el método de la reducción fenomenológica, así se demuestra una vez más la importancia de dicha herramienta y sobre todo la manera en que Husserl la utiliza, para llegar a un determinado fin; a diferencia de estar en una cuestión dubitativa todo el tiempo, Husserl utiliza la duda metódica, es decir una duda que responda a un método, y no quedar en una suspensión de juicio sin llegar a una nueva posibilidad de conocimiento, como lo ejemplifica Berkeley:
“Mira, Hilas, el agua de esa
fuente, como es impulsada, en una redonda columna, hasta una cierta altura; y
al llegar a ella se rompe y cae en la fuente de donde surgió; su ascensión,
como su descenso, se originan por la misma ley uniforme o principio de la
gravedad. De ese modo, precisamente, los mismos principios que a primera vista
conducen al escepticismo, si se los sigue hasta un cierto punto, llevan otra vez
al hombre al sentido común”. (Berkeley, 1978, p.176)
Así
como el escepticismo cartesiano, Husserl reconoce que hay límites dentro de la
fenomenología, a pesar de tener el uso de la reflexión y el método
fenomenológico no podemos estar totalmente seguros de esa posibilidad de
conocimiento pues dentro de ella, puede haber ciertos enigmas y dudas que no
puedan ser resueltas. Esta cuestión es importante ya que se reconoce el
carácter subjetivo de la nueva forma de conocimiento que propone Husserl, y
demuestra la dificultad de encontrar cierta objetividad común a una conciencia
universal; por lo cual, hay que realizar el ejercicio de la fenomenología de
forma subjetiva, es decir, cada conciencia captará y se verá afectada de
diferente forma, por lo cual encontraremos diversas posibilidades de
conocimiento para cada individuo, y así se justifica que el intelecto humano no
alcanza la naturaleza de las cosas. Aquí aparece una estrecha relación con el
escepticismo cartesiano, ya que Descartes al escribir su obra de El discurso del método en primera
persona, somete a juicio todos esos preceptos adquiridos a través de la actitud
natural de los cuales debemos someter a duda desde el propio “yo”. La causa del
escepticismo antiguo era responder ante el constante devenir del conocimiento
humano, afectado por la relatividad que ofrece la naturaleza que se antepone a
su vida. Esta cuestión dubitativa junto con un modelo epistemológico nos ofrece
acabar con esa relatividad, al mismo tiempo nos ofrece seguridad y garantía
sobre la disposición, actitud, y creencia que tiene el ser humano sobre su
acción en el mundo, al ser justificable por medio de argumentos epistémicos. Así
como los pirrónicos buscaban un alivio ante el frecuente error de las
percepciones y juicios que se emitían sobre la naturaleza misma, fortalece el
valor de nuestras creencias por erradicar la actitud natural que nos sume en
creencias no justificadas lo suficientemente adecuadas. Platón en su diálogo
Teétetes o de la ciencia demuestra un intento de encontrar la esencia del
conocimiento; responde al método epistemológico de la dialéctica para
argumentar esta posibilidad. Así en la filosofía platónica podemos ver los
argumentos de Sócrates como un personaje que está en constante cuestionamiento
acerca de la verdad, y se atribuye un uso del escepticismo cuando afirma que no
sabe nada; paulatinamente comienza a encontrar justificaciones que se vayan
acercando a un razonamiento lógico y preciso que responda de forma adecuada a
sus proposiciones. Al igual que Descartes y Husserl, Platón
intenta exponer y determinar qué es lo que podemos conocer como
verdadero y hasta dónde es capaz el ser humano de encontrar esa esencia, cuando
plantea la posibilidad de encontrarla en el mundo de las ideas; Husserl expone
el límite del conocimiento en la conciencia del otro, al no poder determinar de
forma precisa si es una conciencia igual que la del propio sujeto, así
Descartes plantea ese límite en la imperfección del hombre, al atribuir la res
cogitans a Dios como un ser perfecto, omnisciente que siempre ha sido
pensamiento y responde a la perfección mediante la matemática y la geometría.
Podemos concluir que el escepticismo es una herramienta de suma importancia, pues su acción dubitativa fomenta la reflexión, así se mantienen nuevas formas y posibilidades de conocimiento dentro de la epistemología, que rompen a su vez antiguos paradigmas proponiendo nuevas justificaciones que sirven como nuevos modelos de ἐπιστήμη de lo cual se deduce que la filosofía ha tenido vigencia y la tendrá desde que nació en la Grecia antigua, si se opta por utilizar esta útil herramienta. De lo contrario el dogmatismo nos sumergirá en un estado acrítico, irreflexivo con el afán de reconocer cierta verdad absoluta y argumentaciones universales que no pueden ser puestas en duda, agrediendo toda capacidad filosófica en términos de renovación e importancia desde que nació la filosofía. Es importante mencionar que el escepticismo sólo es otra forma de conocimiento, que mediante sus juicios no dogmatiza, y por lo tanto no afirma que sea la única y segura teoría de conocimiento; reconoce sus propios límites y así queda abierta la postura sobre nuevas perspectivas de afrontar el sentido común o la actitud natural, por lo que esta herramienta nos ayuda afrontar el problema fundamental de la filosofía que es su punto de partida en la teoría del conocimiento. Así podrá objetarse que ni la filosofía, la ciencia u otras formas de conocimiento alcancen una verdad absoluta que sea aplicable a todas las esferas de conocimiento. Tiene relevancia el escepticismo, puesto que el ser humano no puede escapar de las diversas posibilidades de conocer o enfrentar el mundo mediante experiencia y conceptos. Al aparecer en el mundo, nos enfrentamos ante objetos y por naturaleza el ser humano debe responder a las afectaciones de ellos con el primer objetivo de sobrevivir; posteriormente va conceptualizando esa experiencia y llega a la posibilidad de encontrar el conocimiento justificado de ello, como lo explica Husserl en La idea de la fenomenología:
“Desde luego, al igual que cuando
sucede en el mundo, también el conocimiento viene a ser para él en cierto modo
un problema; se hace objeto de investigación natural. El conocimiento es un
hecho de la naturaleza; es vivencia de unos seres orgánicos que conocen; […]”
(Husserl, 1982, p.28).
Aquí
se demuestra que debemos cuestionar ese hecho de naturaleza, al enfrentar el
estado natural en el que se encuentra el ser humano, evitando el dogmatismo, y
reconociendo que el conocimiento, simplemente es una posibilidad más del ser
humano para explicar esas afectaciones que tiene de los objetos y que es
incapaz de encontrar o intentar alcanzar la naturaleza que tienen las cosas mismas
en sí. Husserl afirma que la filosofía es esta vía que debemos seguir, puesto
que se encuentra en una nueva dimensión y hace frente al conocimiento natural. Nos
ayuda a responder a la creencia y actitud que tenemos en nuestro desarrollo
cultural, puesto que podemos caer en prejuicios y actuar en base a actitudes
que van ligadas a nuestra creencia que no estén adecuadamente justificadas
sobre cierto tipo de disposiciones que adoptamos conforme vamos avanzando a un
mayor nivel de conocimiento. El fin que desencadena el escepticismo dentro de
la epistemología, es brindar al ser
humano un sustento firme y un mundo en el cual, se sienta seguro y pueda
situarse ante él de manera satisfactoria, le garantice la posibilidad sobre sus
propias metas; desarrollando creencias justificadas que a su vez beneficien la
relación de las creencias que tenemos con los demás individuos en el ámbito
social, con el propósito de descubrir aquello que de manera subjetiva nosotros
no logramos percibir, pero con la creencia del otro podamos hacer una
comparación y dar cuenta de la validez de esa justificación que nosotros
consideramos como verdadera. Así estamos cada vez más cerca de actuar al mismo
nivel de nuestras propias creencias y tener un mayor grado de coherencia en
nuestro actuar; a pesar de tener aún cierta influencia en determinados
conceptos que ya no consideramos como verdaderos, nos puede servir para
reafirma nuestras creencias actuales y tener una mejor disposición ante el
nuevo tipo de conocimiento que tenemos. El modelo de la cuestión dubitativa
desde Descartes no ha perdido importancia
hasta nuestro tiempo presente, y ha permeado a través de la filosofía y
los distintos modos de episteme existentes, así se presenta como una posibilidad
más como lo explica Pirrón en una de sus frases:
“La diversidad de opinión
existe entre sabios igual que entre ignorantes. Cualquier opinión que yo tenga
puede ser repudiada por personas igual de listas y preparadas que yo, y con
argumentos tan válidos como los míos”.
Bibliografía
Berkeley, G. (1978). Tres diálogos
entre Hilas y Filonus. Buenos Aires: Aguilar.
Husserl, E. (1982). La
idea de la fenomenología. México: Fondo de cultura económica.