Agustín Cadena
Leyendo Las
dulzuras del Limbo o El cerco, de
Juan Antonio Rosado, uno cae en la tentación de olvidar que el autor, además de
narrador, tiene una larga trayectoria como ensayista y académico. Ciertamente,
la visión oscura y el mundo liminal de sus relatos y el realismo duro de su
obra novelística se imponen en la memoria del lector. El artista, en su
esplendor crepuscular, domina al académico. Sin embargo, es necesario recordar
que el primero se nutre del segundo; a él le debe el bagaje literario que se
vislumbra tras sus páginas y el rigor
intelectual que se manifiesta como un intransigente sentido de autocrítica. Y Cómo argumentar, manual de escritura que Rosado ha elaborado como parte de su labor
académica, puede verse como una ventana a este proceso.
Del
libro Cómo argumentar, quiero comentar la parte titulada “Las
cuatro modalidades del discurso”, uno de los apéndices. Aquí, el autor explica
cómo un texto puede pertenecer a una de las cuatro clases: descripción,
narración, exposición o argumentación, que pueden combinarse. La descripción
—explica— es “presentar objetos, personas, lugares, sentimientos o sensaciones,
indicando, en la medida de lo posible, los rasgos, características o detalles
concretos.” Enumera luego los recursos de que se vale el discurso descriptivo y
los tipos de texto en que se presenta; por último, analiza ejemplos de textos
descriptivos.
En
cuanto a la segunda modalidad, la narración, Juan Antonio Rosado explica:
“Narrar es contar una historia, un hecho o una serie de acontecimientos que
ocurren en una secuencia temporal, y
siempre desde un punto de vista determinado”. De la definición, el autor pasa a
hacer un análisis de los distintos subgéneros narrativos, incluyendo aun
discursos no escritos, como el del cine. Esta parte del manual me parece muy
útil no sólo para quienes se inician en el ejercicio de la redacción, sino
también para quienes, motivados tal vez por éste, sienten la inquietud de
llevar su trabajo a un nivel artístico. En efecto, aquí el narrador de Las dulzuras del Limbo complementa con
la teoría lo que ya nos ha enseñado con el ejemplo.
Pasa
ahora a explicar el arte de la exposición como una presentación de datos con
carácter muchas veces verificable y que, como en el caso de los textos
narrativos, puede dar lugar a una división subgenérica. Finalmente, toca el
turno a la argumentación. “Argumentar —señala el autor— es proporcionar razones
o argumentos para defender una opinión o refutar la de otra persona, con el fin
de convencer o persuadir de que nuestra opinión es la correcta”. Proporciona
una serie de ejemplos procedentes de diversas áreas.
Tras
definir estas cuatro modalidades, Juan Antonio Rosado cierra el libro ofreciendo
una lista de géneros preponderantemente expositivos o explicativos. Otra parte del
apéndice del libro Cómo argumentar se
titula “Las estructuras básicas del texto expositivo”. Más que un texto
independiente, éste debería entenderse como un complemento del anterior.
Ciertamente, aquí Juan Antonio Rosado se dedica a desglosar lo que fuera el
tercer apartado de Las cuatro modalidades
del discurso: los textos de carácter expositivo. Relaciona éstos con ocho
estructuras sobre las cuales es posible redactarlos: la estructura enumerativa,
la de secuencia, la de desarrollo de una idea o concepto, la de comparación /
contraste, la de problema / solución, la de causa / efecto, la de analogía y la
de clasificación. A partir de ejemplos comentados y analizados, el autor
ilustra todos estos conceptos, proporcionando, al final de la lectura,
elementos más que suficientes para que el estudiante pueda llegar por sí mismo
al dominio del arte de la escritura expositiva. Y al final ofrece un ejercicio
en que se combinan distintas estructuras. En conclusión, este libro se ofrece
como un conjunto de excelentes recursos auxiliares para cualquier taller o
clase de redacción o iniciación a la investigación académica.