Brenda Lemus
Cuántas veces me he preguntado:
¿Cómo se siente verse como una musa?
Alguna vez me dijeron que era una y por supuesto que me lo cuestioné muy seriamente. Lo puse en tela de juicio porque no me siento ni me veo como una, aunque jamás me hayan presentado a alguna. Y lo digo no por otra cosa más que por incredulidad. Porque según lo que sé, la musa es como Dios, porque nadie sabe cómo luce pero seguramente es divina, o sea, divina de deleitoso a la vista, y fenomenal y bellísima. Y por esta noción puedo decir que soy lo más lejano a una musa por muchas razones… bueno en realidad sólo por una. No tengo curvas definidas que conduzcan a la locura ni un rostro angelical que te lleve a otra dimensión. Mi mirada no hipnotiza, mis ojos son pequeñitos y opacos. Mi nariz es un monumento al error y mis labios marchitos son faltos de color. No tengo una sonrisa mágica ni conquistadora y mi piel no es como el blanco mármol ni suave como el durazno ni sandía ni ninguna otra fruta o verdura. Mi piel está pintada de tonos morenos, beiges y amarillos dependiendo de la zona planimetríca en cuestión. Mi culo no es suculento, no es firme ni siquiera es atractivo, él se limita a pasar desapercibido a las miradas lascivas del público. No tengo senos voluptuosos ni un abdomen firme adornado con un ombligo tierno que inspire a escribir un verso poético. Mis muslos no están definidos y mis piernas, bueno, qué puedo decir de mis piernas, se decoran nada más y nada menos que por tatuajes hechos de moretones y cicatrices. Mis manos son lo más alejado a lo delicado y a lo fino, testigos fieles son mis dedos chuecos y toscos moldeados por la torpeza de mi escalada, mi baile burdo y mis madrazos lanzados a las paredes. Y qué decir de mis pies, vaya que parecen platillo aperitivo de salchichitas botaneras, el tajante absoluto de mi nula sensualidad. No, mi reflejo no evoca hermosura ni mi aroma despierta memorias, no soy una mujer hecha para protagonizar un amor a primera vista, ni a segunda, ni a tercera. Nada de esto. Lo que sí sé que soy y no me cabe la menor duda, es que no soy pedestre, soy un ave, soy aliento, soy punto y coma, soy maga, soy luz, soy etérea y efímera. Soy. Completamente capaz de seducir tu alma.