Martín García López
“Voy a sembrarte semillas de menta,
en cada cuarto que tu cuerpo tenga,
en el armario de tu boca abierta
y en el pequeño clóset que hay entre tus piernas”.
Semillas de menta-Kinky
Mi novia, la que es poeta ha empezado a leer a mi mejor amigo escritor. Me dijo, porque siempre nos ve intercambiando textos y corrigiéndolos en la sala, ¿quién era él? Le dije, mi mejor amigo escritor, lo conocí en la universidad. Me pide sus cuentos y yo se los paso en secreto, sin que mi amigo sepa, porque es perfeccionista y porque él ha confiado en mí su trabajo.
Mi novia los lee todas las noches. Los ha engrapado para hacerlos un pequeño plaquette que comparte con sus amigos de la Fundación, hace sus propias correcciones y me dice que se las dé a mi mejor amigo escritor; aparte me comenta que está hablando con su editor para publicarlo. Nunca le paso sus comentarios a mi mejor amigo escritor. Él cree que soy un gran lector y crítico, sólo confía en mí, me dice. Luego corrige y me deja nuevos cuentos, yo le paso los míos. Nos reunimos a celebrar su libro y después de invitar la segunda ronda de cervezas, me habla:
—Te admiro mucho, eres el que más escribe, el que más se prepara.
Su libro está dedicado a mí. Enseguida me muestra un concurso nacional de cuento de una universidad prestigiosa, me propone concursar. Él también mandará.
Escribo por días un cuento corto del que me siento muy orgulloso. Mi mejor amigo escritor me pide que lea el suyo, yo le doy el mío. Le encanta mi trabajo, a mí el de él.
La última noche antes de enviar, mi novia, la que es poeta, me ve corregir el cuento con lo que me señaló mi mejor amigo escritor. Lo toma, lo lee y me dice:
—No concurses, tu mejor amigo es mejor escritor que tú. Es la verdad.
