Daniela Eugenia
Sabes, el cuchillo que me regalaste
aquel para cortar nuestros medios días
ése de las tardes de asado
apareció en mi sueño.
Lo vi brillar entre algunos dedos largos
gastado y sin su poder común.
Doblado y tan suave cual hoja seca
se deshizo entre mis manos.
No pude detener las lágrimas.
¿Qué tonta soy verdad?
llorar por un cuchillo
Si, ése del pastel de cumpleaños
el que cortaba alguna flor violeta.
Que ojos tan cobardes los míos ¿verdad?
Pero sentí que te perdía
que te esfumabas
en ese polvillo de hoja seca.