2025-10-28

El ruido como acto de fe: Slash Need presenta un debut que no pide permiso

 


Hay discos que invitan a escucharlos, y hay otros que te emboscan, te derriban y no te sueltan hasta que sudas electricidad. SIT & GRIN, el debut de Slash Need, pertenece a esta segunda especie: un artefacto sonoro brutalista que captura toda la energía anárquica de sus presentaciones en vivo y la destila en una experiencia que roza la agresión ritual.

Formados en la vorágine nocturna de Toronto, Slash Need llevan años provocando incendios en la escena underground. Su reputación como una de las bandas más incendiarias del circuito no es exageración: sobre el escenario son puro teatro industrial, sudor y peligro. Pero lo que sorprende es que esa intensidad ha sobrevivido al proceso de grabación, incluso amplificada por la producción quirúrgica de Josh Korody, quien convierte cada beat en una descarga eléctrica y cada respiración en una amenaza.

Desde los primeros segundos de “BORDER TOWN”, una odisea de siete minutos que se siente como una alarma nuclear atrapada en loop, el álbum deja claro su propósito: no complacer, sino confrontar. El bajo late como un corazón bajo estrés, los sintetizadores vibran como maquinaria descompuesta y la voz —entre lo robótico y lo sensual— marca el paso de una danza violenta.

El sencillo “LEATHER” condensa la estética del disco: techno con cicatrices, erotismo mecanizado y un magnetismo peligroso que recuerda tanto al Nine Inch Nails más libidinoso como al Suicide más minimalista. “Podría sacarle el kink a un cura”, dice la banda, y no exageran. Es música que huele a metal caliente y deseo reprimido.

En “DOUBLE DARE”, Slash Need empujan el límite del ruido hasta que se vuelve físico. El tema suena como si el sistema de sonido estuviera a punto de implosionar, pero justo ahí —en esa fricción entre placer y dolor— surge el éxtasis. Cada track es un nuevo ataque sensorial: nada se repite, pero todo arde con la misma intensidad.

Lo que distingue a SIT & GRIN de otros experimentos industriales es su sentido teatral, casi performático. Este álbum no está hecho solo para escucharse, sino para vivirse: un viaje que pide cuerpo, luces estroboscópicas y una habitación sin salida. Es una obra que entiende que el caos, cuando se ejecuta con precisión, puede ser tan bello como una detonación controlada.

Con SIT & GRIN, Slash Need no sólo entrega uno de los debuts más poderosos del año, sino que redefine lo que significa ser una banda de culto en tiempos de sobrecarga sensorial. Este disco no sonríe: muestra los dientes.


El ruido como acto de fe: Slash Need presenta un debut que no pide permiso

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