En el corazón palpitante de la electrónica más oscura, donde el deseo se confunde con la destrucción, Years of Denial entrega una obra que corta —literal y metafóricamente— hasta el fondo. Love Cuts, su nuevo EP bajo el sello Veyl, no es un mero apéndice entre Suicide Disco 2 y el anticipado Suicide Disco 3; es una disección emocional con bisturí industrial, una exploración de las formas más contradictorias del amor en clave EBM, death rock y rave.
El dúo —fiel a su estética de oscuridad elegante— convierte cada pista en un escenario donde la pasión se convierte en herida, el placer en amenaza y el baile en exorcismo. Con una producción impecable y una teatralidad que evoca tanto a D.A.F. como a The KVB, Love Cuts funciona como una liturgia del deseo, donde la electrónica es vehículo de redención y condena a partes iguales.
El recorrido abre con “Devil in a Skirt”, un tema abrasivo y sensual, impulsado por guitarras espectrales y percusiones que laten como corazones mecánicos. Le sigue “Affaire de Coeur”, donde el dúo lleva su poética decadente a la pista de baile, combinando pulsos industriales con un magnetismo fatal. “Hide & Sick” acelera el pulso y se instala en el cuerpo: pura adrenalina cyberpunk. “We Are the Party” es, sin duda, uno de los momentos más poderosos del EP —una oda a la euforia nihilista que hará vibrar cualquier club subterráneo—. Finalmente, “AI Lover” y “In Your Bed” empujan el sonido hacia territorios acid y rave, donde lo humano y lo sintético se confunden hasta perder forma.
La voz de Bela Lugosi habría sonreído ante este tipo de romanticismo oscuro: el que no teme al artificio ni a la desintegración. Las vocales, a veces dominantes y otras susurrantes, atraviesan los muros de ritmo con un dramatismo casi ritual. Es amor, sí, pero amor filtrado por la distorsión de un sintetizador roto y la soledad digital de un mundo sin piel.
Love Cuts no busca gustar; busca marcar. Es un EP que reafirma a Years of Denial como una de las propuestas más coherentes, intensas y vanguardistas del panorama post-industrial contemporáneo. Su poder no está en la nostalgia, sino en su capacidad de reimaginar el futuro con la crudeza del presente. Oscuro, hipnótico y abrasador: un manifiesto donde el amor duele, pero el beat nunca se detiene.