Bernardo Monroy
Carlos vivía estancado en los noventa.
Dos años después del suicidio de Kurt Cobain, imitó a su ídolo en todo. Vestía igual, se peinaba de la misma forma, presumía su camisa de franela roja a cuadros, sus pantalones de mezclilla rotos, su cabello rubio despeinado. Se sentía orgulloso cuando lo felicitaban por tocar en su guitarra Come as you are y Smells like teen spirit.
También, se voló la cabeza de un escopetazo.
Lo hizo una tarde de viernes en los vestidores de su preparatoria.
Desde 1995 Carlos vaga por los pasillos de su escuela, atravesando muros y asustando a cuanto incauto se tope con él.
Para Carlos, los noventa seguirán tan vivos como él muerto.