Bersaín Lejarza Abelleyra
Hace siete años sucedieron algunos eventos que difícilmente podría olvidar, hubo quien difundió en internet una caricatura de Mahoma, seguía desarrollándose el fenómeno de Harry Potter, llegaron las elecciones donde ganó Calderón y al parecer el mundo era un lugar donde todos moriríamos de aburrimiento.
Siempre he relacionado la creatividad de Jessica, según el tipo de trabajo al que se enfrenta. Hace siete años, su horario le permitía entrar en concursos literarios en una red social que forjó otras redes. Ahí es donde conoció a Hugo Izarra quien la invitó a su Albanta y Fábrica de letras. Empezamos a frecuentar un desvelo que ya no pasé en solitario, lo digo por las discusiones sobre qué final podría tener algún cuento o cuál sería el camino que podría tomar alguno de sus poemas. Cuando hablamos de discusiones, me refiero a aquellas donde teníamos que acostarnos a dormir sólo minutos, para al otro día irnos a trabajar.
Con el tiempo hubo cambios en nuestras rutinas, sobre todo cuando vinimos a vivir a Tepeji. Al parecer sus pájaros estaban concluidos, pero las condiciones históricas fueron propicias para que siguiera empollando su trabajo. Primero en dos proyectos radiales donde la invité a colaborar, a veces con su voz, otras con la voz de mis alumnos donde hacíamos la grabación cápsulas de lectura con su poesía (podcast que precisamente en estos días cumplen su cuarto aniversario). Como me es difícil quedarme quieto, me fui ocupando de proyectos teatrales, dejé de darle seguimiento al trabajo de Jessica Arreola. Di por hecho que seguiría escribiendo y así sucedió.
Fue en los talleres literarios de Tepeji donde me tocó redescubrir la soltura poética que se batía en las alas, en el aliento de las aves de versos, así fue como Jessica comenzó a publicar, primero en Extravío de Palabras posteriormente en medios como Convocatoria, Mayahuel y por supuesto fue madrina de este suplemento cultural.
Ya descritas las condiciones históricas de cómo surgió su primer poemario, hasta julio de 2012, quiero decirte que cuando leas Pájaros en el alambre, vas a enfrentarte a poesía que tiene personajes vivos, sin acertijos o conceptos confusos. La nostalgia por las décadas pasadas son un tema recurrente de los pájaros que le hablan a los hombres, nos evocan la soledad en las ciudades, el dolor de la segunda guerra mundial, con la misma pasión que sus cómplices de inspiraciones Ian Curtis y Douglas P, recreando la indefensión de aquellos que temieron el rugido del conflicto bélico, la separación de los amantes indecisos o aquellos personajes abyectos destinados a romperse e involucionar de forma irremediable. La segunda parte de este poemario es Los pájaros hablan a los animales, integran la magia de las voces africanas, voces que conviven desde su hábitat natural hasta hábitats artificiales, donde la añoranza a la libertad o el aturdimiento por el inminente dolor persisten.
Difícil me será volver a ser testigo de ese proceso, sin embargo, las jaulas del anonimato quedaron tiradas en el suelo, ahora sólo hay cielo. Dejo para que escuches uno de los poemas que no se incluyeron en su poemario, un podcast que es ya una rareza porque mucho de lo grabado a tomado otro vuelo.
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Dirección: Bersain Lejarza
Guión: Jessica Arreola
Locución: Mónica Vera
Fondo musical: Twenty Two Fourteen - The Album Leaf
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