Guillermo Samperio
de pronto sentí el dicho aquel de que se me quitó el piso siguiendo en el suelo casi insostenible irreal o mostraba mi realidad interior de cómo funciona parte de mi cabeza o no funciona al desaparecer de mi acceso una medicina para el equilibrio de la testa y por tanto de mi cuerpo el orden del sueño y la vigilia y lo laborable o el entretenimiento y la presencia de dios de algún dios o de ninguno y sabía que negándolo lo afirmaba y cómo mi piel se convertía en nidos de escorpiones incandescentes distinguiendo que me iba a morir y no me moría y cómo algunos venimos a este mundo o crecemos con tales madrigueras malignas de las que algún día o una noche saldrán las delgadas patas lacerantes que sacrifican y se detienen en el perfil del precipicio cuando ya suponía desmayándome en la profundidad de la ausencia asimismo de la falta de aire fastuoso o higiénico aunque estuvieran entrando ráfagas por la ventana de la alcoba y del baño pero queriendo que no fuera demasiado porque el pecho ya me empezaba a roncar pero todavía percibiendo la falta de aire y la posible calamidad de mi sistema respiratorio colapso de pulmones ahogo entre las almohadas viendo mis libros los frascos de ya no sabía qué las cajetillas de cigarros las medicinas inútiles el reguero de ropa objetos impensables y después la casi imposibilidad de introducirme en la oscuridad en medio de la alta madrugada de la habitación pero la luz de los focos lastimándome una irradiación de un dios de cualquier dios el de casiopea aquel que eran muchos dioses de una organización deica en una ciudad de luz brotando del suelo y el aire que había soñado años atrás o zeus benigno y maligno y multiambiguo o un dios no pensado y poco importaba lo que yo hubiera leído escrito dibujado amado nacido vivido muerto y esa ebullición más caliente en lo luengo de mis brazos piernas y pensar que estaba en un segundo piso y que la caída no sería suficiente para apaciguar las desgracias de mi existencia o subir a la azotea del edificio y probar desde cinco pisos una explosión severa de mis vísceras y mi cráneo y no dejar un mínimo de aire para un suspiro ni de neuronas con el fin de no permitir el último pensamiento y así fueron pasando cuatro días entre el suplicio y dormitaciones absurdas incómodas detestables embrutecedoras de mi ya embrutecido cerebro de la calcinación de mi cuerpo hasta que ya noche de ese cuarto día llegó de pronto la belladona esa antigua esencia que hacía alucinar a los poetas malditos o catrines de negro y que a mí también poeta apenas me iba a traer a esa realidad ingenua en la que estoy o sea de la que me perdí desaparecí dentro de una temporada en el infierno
Mensaje del maestro Guillermo Samperio:
Amigas/os y compañeras/os de esta habitación inmensa de Facebook. Con agrado personal, les comento que mi libro de cuentos ”¿Te acuerdas, Julia?”, editorial "Alfaguara", está ya en librerías. Me fascinaría, con gratitud enorme, que se acercaran a ese libraco que me entretuvo y me dio dolor de cabeza y brazos no recuerdo cuántos años. Más que suyo. Me dicen guillóm y como tal les dejo un saludo cálido. Antes de esta segunda muestra, les agradecería que me ayudaran a postearlo, pidiendo que lo reenvíen y se multipliuen los re-envíos. Un saludo entrañable. Me dicen guillóm; para ustedes.