2013-04-26

El beso y el humo

Guillermo Samperio


Idea de Marcela Samperio, quien también porta la señal de la escritura


De adolescente veía tu cara detrás del vidrio del camión escolar que te llevaba y te traía. De pronto, un día doloroso, la ventanilla por la que viajabas mostraba otra cara y, con el tiempo, me auto consolé. Ya joven, al cambiarme de rumbo, te vi pasar en un camión como cualquiera de los demás y nos redescubrimos. Al día siguiente, a la misma hora, esperé a que pasaras por allí y, para mi sorpresa, no sólo ibas en casi el mismo lugar como antes, sino que agitaste un brazo y me saludaste; yo te mandé un beso que levantó el vuelo desde la palma de mi mano hasta tus labios. Al tercer día me aposté en el mismo sitio y a la misma hora; pasó el camión pero no pude ver nada de ti. Me quedé pensando un poco y supuse que ya habrías pasado o que vendrías en el siguiente camión; me dispuse a esperarte. No pasaron más de eternos diez minutos cuando te vi a mi lado. 
Estabas más hermosa que nunca, tan arreglada, tan con un maquillaje que enaltecía tu lindeza que, sin que dijéramos palabra alguna, nos acercamos con pasión y nuestros labios se unieron en el beso más importante e intenso que ha tenido tal vez la historia de los amores de la humanidad; y ese beso me habita aún en esta silla de ruedas, incluido tu aroma a duraznos recién abiertos. 
Cerramos los ojos y cuando nuestras bocas se fundieron, percibí una energía en extremo potente y, de pronto, vino la explosión. Abrí los ojos y observé la más hermosa nube que he mirado en mi vida, con formas muy sensuales y eróticas, y el aroma a duraznos se hizo muchísimo más intenso, 
tanto que cubrió la calle entera. Tus formas nubosas, humosas, eran eróticas y me envolvían y me rozaban con tal placer que me volví loco y tuve una eyaculación lumínica, aunque en ese momento de mi mayor placer entendí que te perdía para siempre y que en un instante del infinito supe que era ya esposo de la nube más bella de la Historia del Cielo.
Ahora, que estoy recluido en este asilo público y que me sacan en horario vespertino al gran patio, miro hacia el cielo, observo pasar a mis nietos, a mis hijos y, ya muy cansina, con un poco de menos brillo, a ti, mi amor, con esa tonalidad durazno, y tu aroma baja hasta este patio y yo digo que tu olor es lo que me mantiene en vida porque los médicos no se explican cómo mi corazón sigue latiendo después de la vida de alcoholismo y drogadicción que llevé hasta que empezaron a pasarme de hospital en hospital hasta llegar, por fin, a este patio desde donde te miro de nuevo de forma cotidiana. 
Haces latir mi corazón como aquella tarde, y ya que ustedes han pasado, me quedo dormido en mi silla de ruedas. Al menos yo sé que todavía no es hora de irme, mi amor eterno, mi vida, mientras vea tus formas espectaculares de humo durazno transitar sobre este cielo que me cubre.


Mensaje del maestro Guillermo Samperio:
Amigas/os y compañeras/os de esta habitación inmensa de Facebook. Con agrado personal, les comento que mi libro de cuentos ”¿Te acuerdas, Julia?”, editorial "Alfaguara", está ya en librerías. Me fascinaría, con gratitud enorme, que se acercaran a ese libraco que me entretuvo y me dio dolor de cabeza y brazos no recuerdo cuántos años. Más que suyo. Me dicen Guillóm y como tal les dejo un saludo cálido. Antes de esta segunda muestra, les agradecería que me ayudaran a postearlo, pidiendo que lo reenvíen y se multipliuen los re-envíos. Un saludo entrañable. Me dicen guillóm; para ustedes.

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