Venancio Neria Candelaria
Para Byron Gálvez y Eva Beloglowsky.
I
Vinieron los hombres en cuadrilla,
levantaron entre yucas la ofrenda;
venían del pueblo,
fundaron con sus manos una zambra de luz.
Oficio de encender la noche,
han puesto fuego largo:
sagrado incendio donde habitan
ansias de color y de mujer en llamas.
Algazara de abril,
tiene la plaza la extensión de tu cadera;
la mido a tientas,
a pasos que me explotan dentro.
Perola explanada no se dice con metros,
se explica con distancias de mujer y cielo,
con viento indomable de la capital
y con tus ojos.
La plaza se pronuncia en longitud
con el embrujo repetido de tu cuerpo.
III
El único lecho,
no hay más,
comienza en las manos de Dios que te dibuja,
en este acto de redención que es tu entrepierna,
en esta queja de amor y mis palabras,
en esta tregua que hallo
cuando la media luna me ha desahuciado.

Hay unas calles y patios,
muchachas,
indecibles casas y senderos de tierra.
Hay acantilados,
ciudades de musgo y sal,
mares y ríos que son adolescentes vestidas para darse de amar;
pero vencido y quebrantado,
sólo propongo que te vuelvas.
Del libro La tristeza de Papá Sabino. Ed. Alb@tros Press.
Publicado en el suplemento cultural 1 de revista Propuesta #172