Gelli Haha irrumpe en la escena como un estallido de confeti fosforescente: ruidosa, luminosa y deliberadamente feliz. Switcheroo, el álbum debut del proyecto encabezado por Angel Abaya, no se conforma con ofrecer canciones pegajosas; propone una estética completa, una fuga hacia un universo paralelo donde la diversión no es un escape ingenuo, sino un gesto de resistencia. En tiempos de cinismo crónico, Abaya convierte la alegría en una postura política.
El “switcheroo” del título no es solo un cambio estilístico, sino una mutación identitaria. La ex-roquera indie deja atrás la introspección de guitarras para sumergirse de lleno en un océano de sintetizadores brillantes, beats elásticos y texturas plásticas. Acompañada por el productor Sean Guerin (De Lux) y un arsenal de equipo vintage, Abaya diseña un sonido que se estira y rebota como chicle: electro-pop hipertrofiado, synthwave de colores neón y estallidos rave que evocan tanto el button-mashing frenético de una consola vieja como la euforia sin culpa de una pista de baile inflable.
El Gelliverso —ese mundo imaginario donde transcurre el álbum— está poblado de efectos de caricatura, risas enlatadas, golpes sonoros y guiños absurdos que remiten a los sábados por la mañana frente al televisor. Todo parece excesivo, casi infantil, pero ahí reside su fuerza. Switcheroo entiende el pop como un espacio de juego, donde lo ridículo es una herramienta y no un defecto. Sin embargo, bajo ese carnaval de azúcar, hay una arquitectura melódica sólida y un pulso emocional genuino.
La voz de Abaya es clave para sostener el equilibrio. Clara, cálida y sorprendentemente cercana, introduce una vulnerabilidad que humaniza el delirio. Sus letras, entre el desconcierto existencial y el deseo de conexión, funcionan como pequeños destellos de honestidad en medio del caos. Cuando pregunta “¿Qué diablos está pasando?” en “Tiramisu”, la frase resuena como un mantra generacional disfrazado de hook pop. Es precisamente esa mezcla de ternura y desenfreno lo que impide que el disco se convierta en una simple broma extendida.
Switcheroo es un álbum que celebra el placer corporal de la música sin renunciar a la inteligencia ni a la emoción. Demuestra que el dance-pop puede ser conscientemente absurdo y, a la vez, profundamente reconfortante. En el Gelliverso hay espacio para la confusión, la euforia y el baile sin ironía. Y Gelli Haha, con una sonrisa de oreja a oreja y un beat imposible de resistir, se erige como la anfitriona de una de las fiestas más necesarias y liberadoras del año.