José Guadalupe Baptista
Para mí los antecedentes de la ciencia ficción datan de veintisiete siglos atrás, con la Odisea de Homero. También el influjo de la luna ha sido determinante, esa relación con la que hemos
fantaseado desde que estamos aquí. Agrego otro factor más, ese que limita condenando las libertades en favor de la fe, creando la masa crítica necesaria para detonar por combinación con los factores anteriores, un cambio tan inesperado como anhelado. Pero vamos por partes. Aclararé que tiene que ver La Odisea con la ciencia ficción, primero. Es fundamental inspiración este viaje hacia lo fantástico en el que se ve el astuto Odiseo para los autores del género, y el festín llega con constantes acechos de seres y fuerzas sobrenaturales. Homero se vale más de mezclar las hazañas del héroe con la caprichosa intervención divina, al carecer de mayor horizonte tecnológico. Ahora, la fe. La proclamación contemporánea de la breve antigüedad de la ciencia ficción es hipotética, gracias a la censura milenaria por parte del dogma religioso. A partir del siglo de Descartes y Pascal, de Bacon y Copérnico, de Galileo y Kepler, (los científicos fundadores de la ciencia experimental), se esboza una literatura visionaria por parte de precursores inspirados en Homero, pero también del ideal de la razón. Sus esfuerzos contribuirán a la libertad de la que hoy gozamos en los terrenos creativos. No son pocos los que ya se anticipaban al progreso como aliado del soplo de la imaginación: La "Utopía de Tomás Moro (1516), El "Orlando furioso" de Ludovico Ariosto, en donde los deseos no consumados y todo lo que se pierde en la Tierra, va a parar a la luna. "El hombre en la Luna", de Francis Godwin, que comenzó en 1589, pero que se publicó póstumo en 1638. El "Civitas Solis" o La Ciudad del Sol, de Tomasso Campanella, escrito en la cárcel en 1602 y publicado hasta 1623, pues se trataba de un hereje. "La Nueva Atlántida", utopía de la ciudad y estado ideales, del inglés Sir Francis Bacon, sale en 1626. El "Somnium sive Astronomia lunaris" que redacta Johannes Kepler en 1634. Trata de un libro soñado por su autor, en el que se narra el comportamiento de las serpientes que habitan la luna. "The Discovery of a World in the Moone" de John Wilkins en 1638, o como hacer ciencia estudiando a la Tierra desde la luna. "El Otro Mundo" de Cyrano de Bergerac, que contiene "Estados e imperios de la Luna" (1657) e "Historia cómica de los estados del Sol" (1662). En 1656 el científico Atanasio Kircher publica su viaje interplanetario "Itinerarium extaticum s. opificium coeleste". Marie-Anne de Roumier en 1765, pondrá a orbitar a la mujer en sus "Viajes de Milord Céton a los siete planetas". Otro científico, Rudolf Erich Raspe, entre muchos sucesos fantásticos, manda a "El Barón de Munchausen" a la luna en 1785. "Viaje al centro de la Tierra" en 1864, "De la Tierra a la Luna" y "Alrededor de la Luna" llegan con Julio Verne en 1865. Verne es el segundo más traducido de todos los autores de todos los tiempos (si será importante el género). Si notaste, el viaje a la luna es el tema más recurrente en la ciencia ficción primitiva. ¿Ves? Tercero, la luna.
Hay otro precursor que te sorprenderá: En 1775, un fraile franciscano de Mérida Yucatán, José Antonio de Rivas, es acusado de herejía por un documento de ficción que escribió. "Sizigias y Cuadraturas Lunares" (el nombre es muy largo), el breve texto simula ser una carta dirigida a un dirigente de la diócesis en la Tierra, de un habitante de la luna. El texto fue confiscado por la iglesia y recientemente redescubierto y publicado. Es el texto de ciencia ficción más antiguo en América, y se escribió ¡¡¡en México!!! Hay más precursores y autores mexicanos (incluso autores famosos que han hecho ciencia ficción), y otros que no son tan conocidos por falta de difusión del género. Comentaré más de eso en una entrega posterior, sobre nuestra ciencia ficción mexicana.