Bersaín Lejarza Abelleyra
Un grupo de niños gritaba durante el juego hasta que la pelota salió de la vecindad.
-¡Hey tú, bolita por favor!
-¡Hey tú, bolita por favor!
Pasó junto a mis pies, traté de detenerla pero escapó rodando, la seguí, me agaché a levantarla, pero el viento la giró escapándoseme ahora de lado contrario, quedando quieta frente la puerta donde se burlaban los condenados.
- Deberías cogerla y traerla acá.
Lo hice, ellos corrieron a esconderse, entré al patio de su improvisado campo de fútbol y la puerta se cerró de inmediato. El grupo de niños estalló en carcajadas, suficientes como para dudar que estuvieran bien de la cabeza, quise callarles pero nadie estaba ahí, sólo risas que subieron de volumen.
Publicado en el suplemento de revista Prouesta número 5
Publicado en el suplemento de revista Prouesta número 5